Después de haberme sacado el carnet dedico unos 15 minutos, casi todos los días, a coger el coche. Lo hago después de cenar, en compañía de mi cuñado, pues a esa hora hay menos tráfico y más lugares para aparcar.
La verdad es que al principio me sentía raro, nervioso. He tenido que hacerme con las dimensiones de mi coche, el embrague, los espejos... Pero tengo que decir que, cada vez más, comienzo a sentirme cómodo y algo más sueltecillo. En fin, todavía tengo que seguir soltándome, pues hay días que no me cuesta nada aparcar y otros que me cuesta más trabajo.
También me ocurre que no sé ir a muchos sitios. Es decir, tengo la "conciencia de peatón" y sé ir a muchos lugares andando... pero no en coche. ¡Es que la cosa cambia! jaja. En fin, eso lo iré aprendiendo poco a poco.
Con respecto a las clases, tenéis que perdonarme, una vez más, que tenga esto abandonado, pero es que se me viene encima el final de curso y estoy un poco agobiado. Por lo pronto tengo que preparar dos trabajos para Doctrina Social de la Iglesia, un trabajo y una exposición para Teología del Laicado, una exposición para Cristología y unas lecturas para Sinópticos. A esto hay que añadir que ya se empiezan a ver las "orejas al lobo" Los exámenes están a la vuelta de la esquina...
El otro día estuve en misa en mi parroquia. Yo no suelo ir a misa a mi parroquia, prefiero Stella Maris (con los carmelitas) o Santo Domingo (con los dominicos). Mi párroco, que no dudo que sea un hombre bueno y sólo Dios sabrá su vida interior, es un hombre que siempre lo hace todo con prisas. Se puede decir que las homilías no son buenas, la liturgia se realiza a la velocidad de la luz... En fin, que no suelo acudir aquí a misa.
El caso es que el otro día estuve y coincidía que estaban los niños de catequésis en misa. La verdad es que me dio mucha alegría ver a tantos niños en misa. Me hacía gracia cómo respondían y cantaban totalmente descompasados. Era un jaleo, pero divertido.