martes, 28 de junio de 2011

El penúltimo día


Mañana ya tengo mi último examen... el oral de Misterio de Dios.

Hoy hemos quedado varios compañeros para estudiar por la tarde en San Pablo, de modo que será una tarde entretenida de repaso y de puesta en común de dudas. Espero que no cunda el pánico...

Agradezco muchísimo el acabar ya, por el cansancio, el calor (que es muy malo para el estudio), el nivel de exigencia y por los días que he pasado de nervios, fiebre... Con todo, doy gracias a Dios por tan maravilloso curso, por los profesores, los compañeros, por todo lo que he aprendido y por lo que me queda aún por aprender.

Después de mañana, ya podré gozar del merecido descanso y de las muchas lecturas veraniegas que tengo aparcadas. Sobra decir que retomaré el ritmo normal del blog y me pondré al día en estas ciber-cuestiones.

En fin, sólo puedo decir que una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida ha sido la de estudiar Teología.

PD: Aprovecho para pedir, una vez más, vuestro apoyo en la oración para mañana... una de las pruebas académicas más duras que tengo.

domingo, 12 de junio de 2011

Ven Espíritu Santo



Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.




miércoles, 8 de junio de 2011

Hablemos del infierno

Bueno, lo prometido es deuda, aquí va el post sobre el infierno.

Me propongo, a ver si lo consigo, reflexionar sobre un tema poco y mal tratado por muchas personas, el infierno. La dinámica será sencilla, una serie de preguntas y respuestas, que espero no se hagan pesadas, que voy a elaborar siguiendo a una voz autorizada, a Juan L. Ruiz de la Peña.

Espero que os pueda dar algo de luz. Comenzamos.




¿Es el infierno un lugar físico? ¿Las llamas, que tan a menudo sirven para representarlo, son físicas?


-No, no es un lugar físico, pues se encuentra fuera del espacio y del tiempo. Lo podemos denominar como un estado existencial.

-Evidentemente las llamas tampoco son físicas, son una representación gráfica que no se puede seguir al pie de la letra. Constituyen, principalmente, un símbolo del tormento interior de los condenados, es decir, la pérdida de Dios






¿Existe el infierno?


-
Sí, existe el infierno. Un rápido recorrido por la Escritura nos basta para ver esta realidad.

En el Antiguo Testamento: Se insinúa en el concepto de Scheol y en textos que hablan sobre el oprobio y la condena, tales como Is 66,24; Dan 12,2; Sab 5,14; 3,10; 4,19.

En el Nuevo Testamento: Perder la vida (Mc 8,35; Mt 10,28; Jn 12,25)
No ser conocido (Mt 7,23
Ser echado fuera (Lc 13,23; Mt 22,13)
Gehena (Mt 18,19)
Horno (Mt 13,50)
Fuego inextinguible (Mc 9,43)
Llanto y rechinar de dientes (Mt 13,42)
Estanque de fuego y azufre (Ap 19,20)




¿En la Revelación, se puede poner el infierno al mismo nivel que el cielo?


- No. La razón es clara. Una de las más finas persuasiones del A.T. es la de la bondad de Dios y sus obras. Dios vio que era bueno cuanto había hecho (Gén 1); no ha creado nada para la muerte, ni aborrece nada de lo que existe (Sab 1,13; 11,24); no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (Ez 18,23; 33,11).

El N.T. define a Dios, pura y simplemente, como amor (1 Jn 4,8) y le atribuye el propósito ,serio y eficaz, de que todos los hombres se salven (1 Tim 2,4); a tal fin usa de paciencia, prolongando la historia, puesto que no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan ( 1Pe 3,9).

Jesús mismo se define como salvador "porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él" (Jn 3,17); "Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo condenaré, porque no he venido para condenar al mundo, sino para salvar al mundo" (Jn 12,47).

Tampoco Pablo piensa que el Evangelio sea un anuncio bivalente de salvación o condenación: " la palabra que os dirigimos no es sí y no. Porque el Hijo de Dios (...) no fue sí y no; en él no hubo más que sí" (2 Cor 1,18ss). Y en Rom 8,31ss el Apóstol muestra cómo ni el Padre ni el Hijo acusan o condenan, de modo que "nada nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo".

No hay duda, a la vista de los textos, y de otros muchos que se podrían aducir, de que, en puridad, la doctrina de la muerte eterna no pertenece al evangelio que es, en su significado literal, "la buena noticia", anuncio de salvación y no de salvación o condenación.

En síntesis podríamos decir que la revelación del infierno sólo es posible desde la revelación del cielo, destino para el cual crea Dios al hombre por pura gracia y amor. En definitiva es, por así decir, la imagen invertida de la vida eterna junto a Dios.









¿Por qué decimos que es factible el infierno?


Desde un punto de vista antropológico partimos del ser humano como una persona inteligente, libre y responsable. De aquí se deduce la posiblilidad del hombre de usar mal su libertad, esto es, el pecado o la culpa.

Desde el punto de vista teológico debemos decir que el no a Dios es posible, y esto se deduce, supuesto lo anterior, por varias razones:

-Por la seriedad de la actual economía salvífica: La gracia, la amistad de Dios, no se impone por decreto, se ofrece libremente, corriendo el riesgo de ser libremente rehusada. Dios no se impone al hombre, éste no es una marioneta, sino su interlocutor. Pues bien, en la posibilidad real de un sí a Dios - que ningún creyente negará - de un sí libre a Dios, se contiene la posibilidad real del no, sin ésta aquella sería insostenible.

-La otra razón nos viene suministrada por la experiencia. Ésta registra la existencia actual del no a Dios en la forma del no a la imagen de Dios (Mt 25,31ss). Lo que dejamos de hacer con los más pequeños, con los más débiles, se lo dejamos de hacer a Dios. Pues bien, estos actos demandan una responsabilidad subjetiva del hombre frente y contra Dios, a través de la mediación del prójimo.

Quien dude de la facticidad del infierno sólo tiene que echar una ojeada a la Historia y ver todas las situaciones infernales que ha creado el hombre, violaciones, asesinatos, genocidios,guerras, torturas, campos de concentración, sacrilegios, blasfemias... Por ello, quien dude de su facticidad debería admitir la aptitud del hombre para instaurar y consolidar verdaderos infiernos en la historia. Pues bien, de la existencia de los infiernos intrahistóricos podemos deducir, al menos como posibilidad, la existencia de un infierno metahistórico, pues en aquellos está hecho el ensayo general de éste.









Llegados a este punto, ¿en qué consiste el infierno? ¿cuál es la estructura de la muerte eterna?


Lo primero que debemos decir es que nos encontramos ante el misterio y, por tanto, debemos ser prudentes y humildes.

El infierno es principalmente el no a Dios, y ello conlleva la ruptura de los lazos de comunicación con Dios y con el prójimo. Si el cielo es esencialmente la comunión con Dios el infierno será, por consiguiente, lo contrario.

Dicen los psicopedagogos que la primera necesidad del niño es comunicarse con el mundo que le rodea pues, realmente, somos seres sociales, estamos constitutivamente abiertos al Otro y a los otros. Pues bien, esa ruptura eterna que es el infierno se resume en la eterna soledad, en la consumación de una existencia egoísta y egolátrica... por eso se nos dice que el único sonido será el "llanto y el rechinar de dientes", como expresión del sonido inarticulado, incapaz de transmitir información, de comunicarse con los otros.

En definitiva, el infierno inaugura una existencia rigurosamente inédita. En realidad todavía no sabemos lo que es vivir sin Dios; ser hechos para Él y no poder llegar a Él; percibir lo que representa el centro de nuestro dinamismo humano como una fuerza repulsiva, perder de este modo el sentido de una existencia que ya no tiene objeto.








Finalmente ¿es Dios quien condena al infierno?

No. Podemos decir que la muerte eterna es la sanción inmanente de la culpa. Concebirla como una serie de penas impuestas desde fuera sería un error que, entre otras cosas, llevaría a la nefasta conclusión de la causalidad positiva de Dios en su existencia, esto es, que Dios crea el infierno.

Lo que impropiamente se ha llamado con frecuencia "castigo divino" no es tal; Dios no necesita crearlo, porque late ya en la estructura ontológica del pecado y del pecador. Es fruto consumado de una libertad mal utilizada, de una existencia autárquica, autosuficiente y ególatra.

Por tanto, Dios ni crea ni quiere el infierno sino que, respetando la libertad humana, sanciona la culpa que nosotros mismos nos hemos procurado.


Por último, dos peligros a evitar en la catequesis y la predicación:

-Un extremo sería elevar la doctrina de la muerte eterna al rango de verdad primera y fundamental. Esto supone un grave error, pues representa una distorsión intolerable del evangelio, que es buena noticia, anuncio de salvación, y no propuesta simétrica salvación/condenación.

-El otro extremo sería negar su existencia, pues supone mutilar el evangelio y manipular ilegítimamente la Palabra de Dios, así como negar, al menos implícitamente, la verdadera libertad del hombre.








Curiosidad:

¿Sabías que...

la Iglesia nunca ha afirmado solemnemente que ninguna persona en concreto se encuentra en el infierno?

En efecto, siempre se canoniza (en el sentido de inscribir en el canon) a los santos, que se encuentran junto a Dios... pero no a los condenados.

La razón es sencilla; la prudencia. A La Iglesia no le corresponde escrutar el fondo de la conciencia del moribundo y la Misericordia de Dios en el último momento de la muerte.


Espero que os sirva de algo... y perdón por lo largo que ha salido, espero que para vosotros este post, a la hora de leerlo, no os haya resultado un infierno.

jueves, 2 de junio de 2011

El Señor de los anillos

Será porque vengo contento del examen de Escatología, pero me apetece poneros un pequeño diálogo de El Señor de los Anillos que es uno de mis favoritos y que está relacionado con lo escatológico (momento un poco freak, lo sé, jeje).









Pippin: Nunca pensé en este final…

Gandalf: ¿Final? No. El viaje no concluye aquí.

La muerte es sólo otro sendero, que recorreremos todos.

El velo gris de este mundo se levanta, y todo se convierte en plateado cristal. Es entonces, cuando se ve…

Pippin: ¿Qué, Gandalf?, ¿qué se ve?.

Gandalf: La blanca orilla. Y más allá; la immensa campiña verde, tendida ante un fugaz amanecer.

Pippin: Bueno, eso no está mal.

Gandalf: No. No, desde luego.












miércoles, 1 de junio de 2011

Calendario, un propósito y la Ascensión del Señor

Siento mucho,de verdad, tener esto tan abandonado. No os podéis ni imaginar lo liado que estoy con los exámenes y es por eso que no tengo tiempo para casi nada.

Cuando puedo os leo, pero no puedo detenerme en dejaros comentarios... porque el poco tiempo libre que tengo me encuentro tan cansado y con la vista tan agotada... que no me encuentro animado como para dejaros nada escrito.

De todas formas, esta etapa pasará y me pondré al día en vuestros blogs que, gracias a vuestra amabilidad, son como mi casa, la casa de mis amigos.

Os dejo aquí mi calendario, para que me tengáis presente:

-30 mayo segunda parte de Antropología Teológica
-2 junio Escatología
-6 junio Moral de la Persona y Bioética
-9 junio final Antropología Teológica
-13 junio Corpus Joánico
-16 junio Eclesiología
-23 junio Filosofía del Conocimiento
-29 junio final de Misterio de Dios

Espero sobrevivir a esta "travesía por el desierto" para poder ser persona de nuevo y dedicaros el tiempo que merecéis.

El propósito:

También deseo, cuando encuentre un hueco, hacer una reflexión sobre un tema poco y mal tratado por muchos creyentes, el infierno. Creo que nos vendrá bien reflexionar maduramente sobre él, purificando nuestras representaciones, ponderando nuestros juicios y, como siempre, manteniéndonos en la verdadera doctrina católica sobre el mismo, con humildad frente al misterio y sin realizar temerarias afirmaciones que, por otra parte, suelen ser demasiado burdas.


Por ahora os dejo una breve reflexión de J. A. Paredes sobre la Ascensión del Señor, para que nos sirva estos días.

Un abrazo enorme, y mil gracias por vuestra paciencia.



La Ascensión del Señor



Cuadro: Salvador Dalí



La Pascua está llegando a su final, y el próximo domingo celebraremos la ascensión del Señor. A nosotros, que vivimos inmersos en el espacio y en el tiempo, nos resulta difícil comprender el significado de la ascensión de Jesucristo.

A primera vista, Jesús se ha alejado de nosotros, como parece sugerir el libro de Los Hechos de los Apóstoles, cuando afirma que los discípulos "lo vieron elevarse, hasta que una nube lo ocultó de su vista". Pero, con palabras de Benedicto XVI, "el Jesús que se despide no va a otra parte, en un astro lejano. Él entra en la comunión de vida y de poder con el Dios viviente", y los discípulos "saben que la 'derecha de Dios', donde Él está ahora enaltecido, implica un nuevo modo de su presencia, que ya no se puede perder; el modo en que únicamente Dios puede sernos cercano". O lo que es igual, Jesús no se ha alejado de nosotros, sino que se ha metido más dentro de nuestra existencia y ha elevado nuestra vida hasta la esfera de Dios.

Es natural que los discípulos, fortalecidos con este nuevo modo de presencia, con esta cercanía divina nueva y permanente, se sientan seguros y vuelvan a Jerusalén (a la brega diaria) con la paz, la fortaleza y la alegría de quien se sabe en las manos de Dios y sostenido por Dios. Pronto, el día de Pentecostés, se sentirán inundados e iluminados por el Espíritu Santo, que los llevará a comprender las palabras y promesas de Jesús. Entenderán, al fin, aquellas sugerentes y misteriosas palabras: "Me voy, pero volveré a vosotros".

La ascensión nos dice que Jesús, a quien ahora sólo vemos con los ojos de la fe, sigue a nuestro lado con un nuevo modo de presencia: el modo propio de Dios. Y nosotros tenemos la misión de ser testigos y voceros de que, en Jesucristo, Dios nos ha dado la Vida que no acaba. Por eso, para nosotros, vivir no es caminar hacia la nada, y mucho menos deteriorarse al ritmo de los años. Para un cristiano, vivir es ascender, crecer cada día en el amor a Dios y al hombre y desarrollar la parte más noble que se nos ha dado: el espíritu. Esa es nuestra vocación, nuestra meta y nuestra mejor calidad de vida.

J.A. Paredes